Uno
¡Fue un accidente!
Gavin está esperando a su nuevo amigo Richard quien vendrá a jugar a los videojuegos. A Gavin le agrada Richard, su amigo de la Escuela Carver. Gavin tenía muchos amigos en su anterior escuela, la Escuela Bella Vista, pero sabe que cuando cambias de escuela, debes comenzar de nuevo.
En el nuevo barrio, hay muchas cosas a las que debe acostumbrarse. La casa nueva, el patio trasero nuevo y los niños nuevos de su cuadra que ni siquiera saben que él es prácticamente una estrella del fútbol. Bueno, quizás no es exactamente una estrella, pero él piensa que es bastante bueno. Richard lo eligió para su equipo de kickball. Es un buen chico.
Gavin hizo una pelota con sus calcetines. Mientras espera, lanza la pelota-calcetín hacia arriba, con fuerza, hasta que golpea el techo y regresa exactamente a sus manos.
—Qué molesto. ¿Por qué no paras?
Es Danielle, su hermana. Lamentablemente, ella no se quedó en la casa en la que vivían antes.
Lanza otra vez la pelota-calcetín hacia el techo solo para fastidiarla.
—Puf. ¡Eres tan molesto!
Por suerte, irá a cuidar a la niña que vive enfrente. Pronto, espera Gavin.
Por fin, suena el timbre— y antes de que él se levante para abrir la puerta, Danielle, la Señorita Grande de Octavo Grado, la Señorita Grande de Trece Años que Pretende Tener Dieciséis, abre la puerta principal y mira a Richard de manera intimidante.
—¿Sí? —dice ella, con su nuevo estilo distante.
Richard la mira fijamente unos segundos.
—¿Eres la hermana de Gavin?
Sin responder, Danielle dice, por encima de su hombro:
—Gavincín, llegó tu amigo.
Gavin siente vergüenza. Nadie conoce ese apodo en la escuela nueva. Danielle da unos pasos al costado para que entre Richard. Él pasa sigilosamente, quizás con un poco de miedo por la amenazadora presencia.
—Hola —dice con timidez desde la puerta de la sala de estar.
—Hola —dice Gavin. Lanza su pelota-calcetín al techo otra vez y la atrapa con facilidad. Desea impresionar a Richard.
—¿Entonces vamos a jugar a los videojuegos? Por algún motivo, Richard no parece estar muy seguro.
—Sip. ¿A qué quieres jugar?
Richard se encoge de hombros y se tira sobre el sofá.
—¿Tienes Fight Night?
Gavin deja de lanzar su pelota-calcetín y se sienta en el piso, con la mirada en la pantalla oscura del televisor. Odia admitir que su mamá no le permite videojuegos “excesivamente violentos”.
—No, no lo tengo.
—¿Tienes Slam!?
Gavin niega con la cabeza.
—¿Slam2!?
Gavin sacude la cabeza otra vez.
—Bueno, ¿qué juegos tienes? —pregunta Richard frunciendo el ceño.
—Tengo Animal Incredible.
Richard mira a Gavin como si Gavin fuera un extraterrestre.
—Amigo, ese es un juego de bebés.
Gavin no responde.
Richard suspira.
—Bueno, juguemos a ese.
Luego de veinte minutos, Gavin nota, incluso sin mirarlo, que Richard se está aburriendo del juego. Resopla y comete errores. Gavin sabe que pronto empezará a quejarse. Ambos están sentados en el piso con los controles en las manos; tratan de acumular puntos para agregar animales especiales a sus reinos. Gavin está acumulando más puntos que Richard. No se sorprende cuando Richard baja el control y dice:
—Este juego apesta.
Gavin mira rápidamente por encima de su hombro. A su madre no le gusta esa palabra.
—Suena grosera —le había explicado a Gavin la vez que él la usó—. No quiero volver a oírla.
—Porque te estoy ganando —dice Gavin a Richard.
—Porque juegas este juego de bebés todo el tiempo.
Richard empuja el control que está a su lado para mostrar que abandona todo intento de poblar su reino.
—De todos modos, ¿qué importa? ¿Por qué al menos no tienes Spooky Mansión? Carlos lo tiene, y es mucho más divertido.
—A mi mamá le gusta que los juegos sean educativos —confiesa Gavin.
Richard resopla con fuerza. Un gran resoplido que comienza con una profunda inspiración de aire.
—¿Qué tienes para comer?
Antes de que Gavin pueda responder, escucha a su mamá en la escalera. Ella se detiene en el cuarto con el bolso sobre el hombro.
—Hola, Richard —dice.
De repente, Richard parece estar en guardia.
—Hola, señora Morris.
—Debo ir al centro comercial —les dice—. Tu papá está en su oficina, y Danielle está enfrente, en casa de los Myers. ¿Van a estar bien?
Gavin oculta una sonrisa. Siempre es un alivio que su hermana no esté en la casa. Cuando no lo está pellizcando al pasar a su lado, le está diciendo que sus orejas son muy grandes para su cabeza. Él sabe que sus orejas son muy grandes para su cabeza, pero todos tienen algo que se puede mejorar. A Danielle le están apareciendo pequeñas espinillas en la frente, lo que indica que aparecerán más. (¡Ojalá eso ocurra pronto!) Una compañera de clase suya, Deja, probablemente necesitará frenos, y la nariz de Richa...